La ganadora del Concurso Internacional de Piano “José Jacinto Cuevas” Yamaha, año 2021 de Mérida, México, la costarricense Daniela Navarro, realizó un recital de piano en el Anfiteatro Lago Llanquihue del Teatro del Lago, dando por inaugurados los Encuentros Culturales en el marco de Semanas Musicales de Frutillar.
La joven artista interpretó piezas líricas para piano de Edvard Grieg (1843-1907), cada una de las cuales contiene una serie de piezas de personajes relativamente cortas. Estas suites fueron compuestas a lo largo de la carrera de Grieg y son representativas del extraordinario don del compositor para escribir para piano. Debido a la relativa falta de dificultad técnica de muchas de las piezas, a menudo se cree que Grieg las compuso para estudiantes de piano.
Para Daniela Navarro, cada pieza es una pequeña joya muy valiosa. “La considero poesía musical, porque lo que se interpreta concuerda totalmente con el nombre de la pieza. Más que poesía es como un cuadro, donde puedes visualizar el paisaje”, expresó.
El repertorio incluyó además la Balada No.3 de Frederic Chopin (1810-1849), la que se supone se basa en la poesía del amigo de Chopin, Adam Mickiewicz (Chopin nunca confirmó las fuentes o los programas precisos relacionados con estas obras). Dedicada a la princesa Pauline de Noailles, una de las alumnas del compositor, se dice que la pieza está inspirada en “Undine” de Mickiewicz. Es la historia de un duende del agua que se enamora de un mortal; ella no puede tenerlo porque su abrazo acuoso sería fatal.
Mucho menos turbulenta que las otras baladas, esta comienza casi tímidamente, con una frase ascendente pero vacilante en un tempo moderado que da paso a un tema un poco más enfático, dominado por su suave ritmo oscilante, que sugiere las olas del hábitat natural de Undine. Este material aumenta en volumen e intensidad, pero retrocede rápidamente en salpicaduras y suaves cascadas de notas en los tramos superiores del teclado.
Este idilio acuático da paso a una nueva sección, todavía dominada por el ritmo rockero pero ahora surgida de una tonada sencilla, casi infantil. En unos pocos compases, esta melodía se vuelve más compleja y la música vibra con pasión sin volverse verdaderamente turbulenta. La música decae, dando paso a un regreso del material de apertura de la sección. Ahora más gradualmente, el tempo y la filigrana aumentan y retroceden nuevamente. El tema de apertura de la balada regresa sin marcar abiertamente una nueva sección; se incorpora al tempo y la textura que la música ya ha establecido, e impulsa un pasaje largo e inquieto que llega al clímax más intenso de todos, pero que sugiere un amor frustrado y apasionado en lugar de la gran tragedia de las otras baladas.